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Cambiando la tela de nuestras vidas

Lindsay Morris  /  agosto 24, 2020  /  Lectura de 8 Minutos  /  Our Footprint

¿Puede realmente una camiseta de algodón ayudar a detener la crisis climática?

India es el mayor productor de algodón, la fibra más popular del mundo. Actualmente, menos del uno por ciento de todo el algodón es cultivado de manera orgánica. Foto: Tim Davis

El pájaro muerto fue la gota que rebalsó el vaso para Jimmy Wedel, un productor de algodón de Muleshoe, Texas. Su padre lo había estado ayudando a plantar un campo de algodón cuando divisó un nido de faisán. Ávido observador de aves, el viejo Wedel decidió saltarse algunas filas para esquivar el nido. A la mañana siguiente, encontraron a la faisán madre muerta cerca del nido. A pesar de sus esfuerzos por protegerla, había sido envenenada por los insecticidas de la plantación.

“Era una tormenta perfecta que conjugaba tres elementos”, recuerda Wedel. “Me preocupaba la vida silvestre; Estaba preocupado porque los químicos no estaban funcionando tan bien como podían; y en realidad no había ganado nada de dinero”. Los costos eran demasiado altos para los precios a los que aspiraba. Y eso le quitaba el sueño por las noches. Wedel decidió cambiar su producción de algodón a orgánica, aún cuando el algodón orgánico era una novedad en esos tiempos, y todavía lo es.

El algodón es la fibra natural más popular en el mundo. Alrededor de 25 millones de toneladas se producen cada año en el planeta. Pero el algodón convencional todavía es un negocio sucio. Es responsable del 16 por ciento del uso de insecticidas, aunque utiliza solo el tres por ciento de la tierra cultivable del mundo. Y por los últimos 25 años, todos esos químicos agresivos han hecho que la agricultura de los Estados Unidos sea casi 50 veces más tóxica para las abejas y otros insectos beneficiosos.

Además, la mayor parte del algodón convencional está diseñado para resistir herbicidas, a menudo hechos del carcinógeno glifosato. La escorrentía de estos químicos contamina nuestros ríos, lagos y produce zonas muertas en los océanos. Incluso entra en nuestro suministro de alimentos.

Wedel sabía que formaba parte de este tóxico ciclo y decidió hacer un cambio.

“Luego de 10 o 15 años, llegué al punto en que no quise lidiar con químicos”, recuerda Wedel.

Decidió transformar su granja a orgánica y ayudar desde la Cooperativa para la Comercialización de Algodón Orgánico de Texas, que hoy en día preside y que provee algodón orgánico a empresas, incluyendo Patagonia. “Cuando todo el mundo te dice, ‘No, no puedes, no puedes,’ nosotros dijimos, ‘Sí, de hecho, sí se puede’”.

Mientras tanto, en 1994, el directorio de Patagonia lidiaba con preocupaciones similares cuando decidieron correr el riesgo, apostando 20 millones de dólares al algodón orgánico.

“Si continuamos haciendo ropa con algodón cultivado tradicionalmente, sabiendo lo que sabemos, estamos fritos igual”, dijo nuestro fundador, Yvon Chouinard. “Hagámoslo; seamos orgánicos”.

Nos volvimos cien por ciento orgánicos en 1996, teniendo muy claro que aún no había mucho mercado para él. Pero tener una misión basada en el medio ambiente era incompatible con ser parte del problema, explica Helena Barbour, vicepresidenta de sportswear global en Patagonia. “Miramos seriamente en el espejo y nos dimos cuenta de que debíamos hacer cambios significativos”. La decisión era costosa, demandaba tiempo y requería un replanteamiento de la cadena de producción. Pero era lo correcto. Así que nos pusimos tres metas: vender la colección exitosamente, estimular el crecimiento del sector del cultivo de algodón orgánico e influir en la industria del vestuario para que promover el uso de algodón cultivado orgánicamente.

Han pasado veinticuatro años y, si bien logramos la primera meta, la segunda y la tercera continúan siendo más aspiracionales. A pesar de nuestro compromiso, la gran industria del algodón sigue igual, con menos del uno por ciento orgánico. Pocas empresas de vestuario han seguido el ejemplo. Como resultado, la mayor parte del algodón que vestimos y en el que dormimos aún es cultivado con dañinos químicos y utilizando procesos que destruyen el medio ambiente. Aún así, nuestra transición al algodón orgánico ha hecho una diferencia: para nosotros, los granjeros y la tierra. Pero debe hacerse un trabajo más potente para inclinar la balanza en favor de lo orgánico y presionar para un cambio necesario. La salud del planeta y su gente depende de ello.

Mas allá del Uno Por Ciento

“Es hora de preguntarnos qué podemos hacer para promover el uso de fibras orgánicas en la industria del vestuario”, dice Barbour.

“Esto se trata de mucho más que lo que podemos hacer como compañía. Podemos, y debemos, hacer más para ayudar a aumentar la demanda de algodón orgánico”.

Llevar al mundo más allá de este mercado de algodón orgánico inferior al uno por ciento no es una tarea fácil. A los agricultores les toma alrededor de tres años certificar sus cultivos como orgánicos cuando hacen la transición desde las prácticas convencionales. Sin certificación, muchos agricultores orgánicos deben vender su cosecha como algodón convencional, por lo tanto no pueden obtener el bono orgánico. Los agricultores luchan financieramente, a menudo sin suficiente acceso a crédito, títulos de propiedad o garantías frente a los ojos de los bancos. Y a raíz de eso,  podrían verse obligados a buscar ayuda informal y muchas veces a prestamistas inescrupulosos. En ese período, la pérdida de cosechas y los costos laborales adicionales pueden hacer o deshacer sus negocios. Para algunos agricultores, simplemente no hay suficiente incentivo. A no ser que tengan algún apoyo.

Para ayudar la transición de granjas convencionales a algodón orgánico, estamos respaldando financieramente a los agricultores al comprar su producción durante estos años de transición a través de un programa en Perú llamado Algodón en Conversión. Perú está liderando la producción de algodón orgánico en Latinoamérica. Apoyando a los agricultores durante esta transición, podemos ayudar a incrementar la oferta global de algodón orgánico en el mercado.

“Es estupendo trabajar en una compañía donde podemos tratar de liderar el camino y hacer un cambio”, dice Barbour. “Me gustaría pensar que así como somos más conscientes de optar por lo orgánico en nuestra alimentación, también vamos a darnos cuenta de la importancia de usar más fibras orgánicas en nuestra ropa.”

Orgánica Regenerativa: De hacer menos daño a causar más beneficios

Estaba húmedo y caluroso cuando llegamos por primera vez a India, en octubre de 2018, para ver de primera mano con quién y con qué estábamos trabajando. A diferencia de otras granjas de algodón, el campo parecía estar en estado de caos.

Pero de cerca, vimos intención. Allí donde en una granja convencional las hileras de cultivos están separadas por tierra, vimos caléndulas, garbanzos y vegetales creciendo entre y alrededor de ese campo cubierto del color entre naranja-rosa del algodón a punto de florecer. Ahí había vida. Podías, literalmente, cosechar un vegetal entre las plantas de algodón y comerlo ahí mismo.

Pero más que eso, estas plantaciones adicionales tenían un propósito. Estaban ahí para ayudar a mantener la capa superior del suelo fértil y libre de plagas, agregando de manera natural el nitrógeno y el potasio al suelo. Estaban reemplazando a los fertilizantes efectivamente y llevando carbono de vuelta al suelo. Además, estaban ahí para incrementar el sustento de los granjeros y sus familias.

Esto iba más allá de ser orgánico. Lo orgánico regenerativo encuentra soluciones en la naturaleza: Rehabilita el suelo, respeta el bienestar de los animales y mejora la vida de los granjeros.

“El algodón orgánico es sólo el comienzo”, dice Rachel Kepnes, gerenta de responsabilidad en la cadena de producción, granjas y programas especiales de Patagonia. “Lo orgánico regenerativo se trata de resiliencia frente a los problemas que se presentan”.

En 2018, Patagonia se asoció con Dr. Bronner’s y el Instituto Rodale para formar una coalición llamada Regenerative Organic Alliance, un equipo dedicado a establecer los estándares y la certificación para las prácticas de agricultura orgánica regenerativa—cuyo resultado es la Certificación Orgánica Regenerativa (ROC por su sigla en inglés). El enfoque no pretende reescribir estándares existentes sobre cultivo orgánico, si no ayudar a los agricultores, los ganaderos, a las marcas y las organizaciones sin fines de lucro a aprovechar las prácticas orgánicas regenerativas.

Entre los primeros 18 programas piloto mundiales se encontraba la iniciativa de Patagonia para cultivar algodón en más de 150 granjas a pequeña escala que trabajan para obtener la certificación orgánica regenerativa en India, el mayor productor mundial de algodón.

“Esperábamos que los cultivos de cobertura e intercalados adicionales produjeran más ingresos para los agricultores”, dice Kepnes. “También esperábamos que mejorar la salud del suelo ayudara a los agricultores a ser más resistentes a las inclemencias del clima, manteniendo sus granjas saludables a través de varias condiciones atmosféricas relacionadas con el cambio climático”.

Cambiando la tela de nuestras vidas

Una granjera revisa una planta de algodón en una de las mas de 150 granjas a pequeña escala que trabajan para obtener la certificación orgánica regenerativa en India. Las coloridas caléndulas y otras plantas más se cultivan en este sistema natural para atraer insectos como una manera no tóxica de controlar plagas. Tim Davis

Durante el año siguiente, estos agricultores fueron capaces de producir suficiente algodón para nuestra primera colección de camisetas con algodón del piloto de la Certificación Orgánica Regenerativa, disponibles ahora.

“Pequeñas y medianas granjas alrededor del mundo están sufriendo por el modelo basado en productos básicos dominados por los intereses de las grandes industrias agrícolas que aprovechan cada instancia a costa de los granjeros” dice Elizabeth Whitlow, directora ejecutiva en la Regenerative Organic Alliance. “Cambiaremos esto al ofrecer un camino alternativo para estas granjas con nuestro recientemente estrenado programa ROC”.

“Estamos premiando a los granjeros por adoptar prácticas orgánicas regenerativas que construyen un suelo y comunidades saludables”, agrega Whitlow. “Nuestra meta es romper con los paradigmas actuales de los sistemas agrícolas industriales y extractivistas, que contaminan nuestra agua y nuestro aire con pesticidas cancerígenos y causan una erosión en la tierra vegetal sin precedentes”.

¿Cómo será el éxito? Si los agricultores que apoya Patagonia pueden ayudar a mejorar la salud del suelo y aumentan la producción de sus cultivos, tendríamos la posibilidad de revertir la perdida de suelo mientras se mantienen sanas las granjas y sus trabajadores.

“La materia orgánica del suelo (capa superior del suelo rica en carbono) tiene beneficios muy serios”, explica Stephanie Karba, investigadora de medioambiente de Patagonia. “El suelo se estabiliza por sí mismo y reduce la erosión. Si aumentas la materia orgánica del suelo en un uno por ciento, el suelo tiene la habilidad de contener más de 75.000 litros de agua. Cualquier aumento de la materia orgánica ayudará al suelo a retener más agua”.

Incluso hay esperanza de que este método de cultivo pueda contribuir a abordar la crisis climática en sí misma. Un suelo sano, sin perturbaciones, también tiene el potencial de capturar el exceso de carbono de la atmosfera. Este proceso, llamado secuestro de carbono, ocurre del siguiente modo: Durante la fotosíntesis, la planta extrae azúcares del dióxido de carbono. La tierra extrae azucares de las raíces de la planta alimentando bacterias y hongos cercanos. Esos microorganismos, transforman los minerales del suelo en nutrientes que benefician a la planta. Además, convierten azucares en materia orgánica que atrapa carbono por siglos.

Existe cierta evidencia de que este proceso podría marcar una diferencia real al capturar más carbono que otros métodos de cultivo. Las soluciones climáticas basadas en el uso del suelo podrían ayudar a lograr un tercio de la reducción de gases de efecto invernadero que necesitamos al 2030 para mantener al mundo en su camino de alcanzar las metas del Acuerdo de París, para el panel intergubernamental sobre cambio climático de las Naciones Unidas (IPCC). A fin de cuentas, si la decisión de cultivar algodón para hacer camisetas puede ayudar a resolver la crisis climática, no disminuye su importancia.

“La ROC está creando referentes para las mejores prácticas agrícolas”, dice Elissa Foster, gerenta de responsabilidad de productos de Patagonia. “Es preguntarse qué es lo mejor que un agricultor puede hacer. Es una senda que lidera la conversación en la industria y ojalá también esté inspirando a los agricultores y las marcas para pensar cómo la agricultura puede hacer cambios positivos en el cambio climático que estamos viviendo hoy en día”.

Esta historia es de la edición febrero 2020 del catálogo de Patagonia.

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