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Desde el Suelo

Kate Rutherford  /  abril 29, 2020  /  Lectura de 6 Minutos  /  Climbing, Food

Para esta escaladora, la buena comida es activismo.

Kate Rutherford, Julie Faber y Linda Tyler, fundadoras de Farm To Crag. Eric Bissell

Nací en enero, en una casa tipo escuela de una habitación en una granja ovejera de Montana. Cuatro meses después nos mudamos a Alaska, donde mis padres construyeron una cabaña en el bosque con un culumpio y un trapecio para mí. Por años, el único medio de transporte que conocí fue mi trineo de perros. Para la cena comíamos salmón, pato o alce, con papas o repollo de nuestra bodega para vegetales y arándanos para el postre, todas cosas que cazamos, buscamos o cultivamos. Así crecí: comiendo alimentos de los montes de Alaska. A pesar de que nos fuimos de ahí, mi mamá aún cultiva en su gran jardín y mi papá todavía caza y pesca.

A los veintitantos me convertí en embajadora de escalada para Patagonia. Por 10 años viví en la carretera, en una camioneta, una van o un viejo Airstream, migrando con la temporada de escalda y cocinando en una pequeña a cocinilla, con amigos o sola. En 2012, mi compañero y yo pasamos la noche en la cumbre del Cerro Fitz Roy después de establecer una nueva ruta en la cara sur. En Argentina, un logro de esas características se celebra con un tradicional cordero al palo y todo el mundo trae su propio cuchillo para el asado, que es como cazar y recolectar al estilo sudamericano.

Hace unos años, durante un día de descanso en los Tetons, fui a pescar con Yvon Chouinard. Él llevó el almuerzo para ambos, pan de masa madre, una manzana, queso y tres latas de mejillones cuya receta tenía que aprobar para un nuevo proyecto de Patagonia Provisions. “Estos pequeños bivalvos son la mejor fuente de proteína en el mundo”, afirmó. Y empezamos a hablar sobre comida.

“Sabes”, me dijo, “La agricultura Orgánica Regenerativa es lo primero que los humanos pueden hacer para combatir el calentamiento global”.

“¿Qué?”, estaba sorprendida y confundida. “¡Yo pensaba que eso era salvar las tierras públicas!”.

“Sí, eso también”, dijo. “Pero tenemos que comer tres veces al día. Un suelo saludable y la agricultura Orgánica Regenerativa pueden secuestrar el carbono de la atmósfera y revertir el cambio climático”.

Me dijo que leyera The Soil Will Save Us (El Suelo Nos Salvará). Eventualmente lo hice, y aprendí que “los billones de microorganismos que caben en una cucharada de tierra del suelo pueden tomar el dióxido de carbono que las plantas sacan de la atmósfera y convertirlo en el vital carbono orgánico del suelo”.

La nueva misión de Yvon era intuitiva. Yo ya sabía que a la naturaleza le gusta el balance. Los zorros mantienen a raya la población de conejos para que no se coman toda las zanahorias. Los hongos micorrícicos le entregan nutrientes a las raíces de las plantas a cambio de azúcares. También mantienen el suelo aireado, lo que incrementa la retención de agua, y descomponen la hojarasca, las piedras y el barro en fósforo, hierro y otros micro nutrientes útiles. Si alteramos este balance con pesticidas y fertilizantes, el suelo se vuelve carente de vida. Para mí, es indiscutible que los peces de aguas limpias y los vegetales de suelos limpios saben mejor. Pero tras años de escalada, también aprendí cuánto mejor me hacía sentir el comer huevos orgánicos para el desayuno y ensalada de kale una vez al día, o tener pan, queso, manzanas o zanahorias o almendras y algo de salmón de la noche anterior en el estante. Quería un combustible esencial que fuera salvaje: salvaje como lo que conocí mientras crecía, salvaje como aquello con lo que todos crecimos. Pero encontrar puestos de granjas orgánicas o carne criada con amor, después de un día de escalada en una gran pared, a menudo era imposible en lugares como el interior de Kentucky o la Utah rural.

Lo que hice fue plantar en mi propio jardín para cuando estaba ahí. Pero pronto tuve que partir a expediciones en Irán y España, Kenia y Chile. La escalada es una forma poco convencional de conocer el mundo, pero también es una que fuerza un tipo particular de intimidad con la comunidad que te rodea. Lo que quería cuando no estaba en casa era una forma de encontrar no solo alimentos saludables sino también una forma de forjar relaciones más profundas con los lugares a los que iba a escalar.

Desde el Suelo

Kate Rutherford bucea entre mejillones en las frías aguas de Galicia, España. Ken Etzel

En España, conocí a la familia que cultiva los mejillones de Patagonia Provisions®. Los Pérez Lafuente me recibieron en su casa, ubicada cerca de una mítica cadena montañosa con una gran pared de caliza dorada llamada Picu Urriellu, en los Picos de Europa. Aprendí a lo largo de muchas magníficas comidas con la familia que los mejillones evolucionaron para vivir al borde de las mareas, un mundo de constantes contrastes. Y que son increíblemente resilientes. Se alimentan de pequeño microplancton y filtran el agua, haciéndola más limpia para todas las otras criaturas. En el siglo XIII, los humanos comenzaron lentamente a cultivar mejillones nativos en las frías aguas atlánticas de Galicia, España. A medida que las Guerras Mundiales comenzaron, también lo hizo la alta demanda por alimentos enlatados y una enorme industria nació al rededor del cultivo, enlatado y distribución de frutos del mar. La familia Pérez Lafuente he estado en el negocio de los mariscos por cuatro generaciones, han visto cómo los patrones climáticos han cambiado y se han calentado. Y le dan su gratitud a estos pequeños y resilientes bivalvos que aman el agua fría y sustentan a esta comunidad que depende de ellos.

Como una forma de llevar estas experiencias de vuelta a casa e inspirar a los escaladores a conectarse con quienes cultivan alimentos orgánicos y locales, uní fuerzas con Linda Tyler y Julie Faber para fundar Farm To Crag. Hicimos un mapa de comida local, ferias y puestos de granjas cerca de las principales zonas de escalda y empezamos a invitar a reuniones comunitarias donde los escaladores podían cocinar y comer juntos mientras aprendían sobre su comida. La misión es hacer que sea fácil encontrar comida local, orgánica y de temporada a donde sea que vayas a escalar, además de conectarse más profundamente con las comunidades aledañas. Mientras más granjeros conozco, más quiero destacar la agricultura como un arte.

Desde el Suelo

Aprendiendo sobre ciencias del suelo y trabajo agrícola en el evento inaugural de Farm To Crag. Catheys Valley, California. Eric Bissell

En octubre de 2019, hicimos nuestra primera reunión de Farm To Crag en la Raw Roots Farm en el valle de Catheys, que está a una corta distancia en auto del valle de Yosemite. Cocinamos, comimos y escalamos juntos. Aprendimos sobre ciencias del suelo y el ciclo del carbono con la profesora Rebecca Ryals. Nuestra cofundadora y nutricionista, Linda Tyler, habló de la densidad de nutrientes de las plantas saludables que llevan al bienestar y nos enseñó a hacer chucrut en un espacio tan pequeño como la parte de atrás de una van. Además desmalezamos, cosechamos y preparamos camas de cultivo con una capa fresca de compost, y nos fuimos con la promesa de hacer algo con lo que habíamos aprendido. Una promesa que escribimos en tarjetas que tenían dibujada una zanahoria con forma de corazón en la base del Half Dome.

Ha sido un interesante camino aquel desde los trineos de perros y el jardín de mi mamá, a un título en biología haciendo experimentos con verduras de hoja verde y poblaciones de alce, hasta la vida nómade de escaladora profesional y cultivar un jardín por mi misma. Ahora tengo un respeto mucho más profundo por los granjeros orgánicos, por la agricultura Orgánica Regenerativa, por la salud del suelo y por el balance de la naturaleza (y a veces la falta de ella… mi kale tiene pulgones). Obviamente, amo escalar y amo comer. Pero he aprendido que ese amor por sí solo no es suficiente. Tenemos que poner el dinero ahí donde está nuestro discurso y apoyar a la agricultura Orgánica Regenerativa, el proceso natural que simultáneamente alimentará nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestra alma mientras revierte el cambio climático. Si cambiamos la forma en que comemos, la comida puede ser una forma de activismo.

Como escaladores, tenemos una oportunidad única de impactar positivamente en la salud de estos lugares—nuestros suelos, nuestra tierra y nuestros cuerpos—cada vez que comemos. Únete a nuestra comunidad en farmtocrag.org.

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