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Manos a la obra en el desierto alto

Patagonia  /  abril 30, 2020  /  Lectura de 5 Minutos  /  Workwear

Ensuciándose las manos con la asociación del desierto natural de Oregón

Michael O’Casey de la Asociación del Desierto Natural de Oregón remueve viejos cercos de alambre de púas en el Área de Protección y Manejo Cooperativo de Steens Mountain en el sudoeste del estado. Quitar los cercos, dejados por antiguas operaciones ganaderas, permite a la fauna nativa volver a moverse libremente a través del paisaje. Foto: Sage Brown

A medida que dejas las tierras bajas, hacia arriba y al este, el terreno a tu alrededor se transforma en algo notoriamente distinto, con las Cascades como división, el espeso bosque de la costa y las fértiles praderas del valle de Willamette dan paso a los pastizales, afloramientos rocosos y los secos y serpenteantes, cañones del desierto alto de Oregón.

Gélido en invierno, abrazador en verano, azotado por el viento durante todo el año, el desierto alto siempre ha sido un entorno desafiante, aún para las especies mejor adaptadas y más resilientes. Esos desafíos han sido intensificados por un clima cambiante y la degradación de hábitats causada por los humanos, pero el lugar se mantiene como uno donde se puede encontrar un genuino estado salvaje y una gran diversidad ecológica. Y es para proteger esas cualidades por lo que trabaja la Asociación del Desierto Natural de Oregón (ONDA por su sigla en inglés).

Como una organización comunitaria sin fines de lucro, con base en Bend, ONDA conduce una amplia gama de proyectos de restauración ecológica en el desierto alto. Nosotros los hemos apoyado a través del Programa de Donaciones Ambientales, de Patagonia, y también hemos valorado su retroalimentación como evaluadores de productos en terreno para nuestra línea Workwear (ropa de trabajo).

Manos a la obra en el desierto alto

La Asociación del Desierto Natural de Oregón (ONDA) conecta a voluntarios con oportunidades prácticas y tangibles de conservación y restauración en el desierto alto de Oregón. Aquí, Craig Terry —que ha sido voluntario para la remoción de cercos en Steens Mountain por más de una década— y el coordinador de gestión de ONDA, Michael O’Casey, repasan los objetivos del día. Foto: Sage Brown

“El desierto alto de Oregón es el hogar del antílope americano, el gallo de salvia y todo tipo de animales salvajes que necesitan largas extensiones de hábitats saludables”, indica Ben Gordon, el director de programas de gestión de ONDA. “La diversidad de sus especies está aún intacta en muchas partes, pero a lo largo de los años también ha habido mucha actividad que ha tenido efectos dañinos en el paisaje”.

Cada año, el equipo de ONDA dirige a más de 500 voluntarios en proyectos de varios días, tanto en tierras públicas como privadas, a través de las 10,5 millones de hectáreas del desierto. El trabajo incluye reforestación a lo largo de arroyos impactados por el pastoreo, remoción de obsoletos cercos de alambre de púas que obstruyen a la vida silvestre, y monitoreo de hábitats de animales salvajes y de las condiciones de las tierras silvestres para asistir a agencias gubernamentales en sus mandatos de manejo y conservación. ONDA también salvaguarda, y sigue promoviendo, el Oregón Desert Trail, una ruta de 1.200 km a través de parte de los más remotos terrenos del estado.

“El trabajo de remover los cercos”, dice Gordon, “es parte de las estrategias más grandes en las tierras altas para restaurar la calidad de los hábitats y monitorear el estado de las tierras públicas. Tiramos y removemos los alambres de púa que ya no se necesitan e impiden el desplazamiento de los animales salvajes. También modificamos cercos, lo que consiste en cambiar los filamentos superiores e inferiores para que el antílope americano pueda pasar por debajo y los ciervos de cola blanca y los alces puedan hacerlo por arriba, sin quedar atrapados”.

Manos a la obra en el desierto alto

Los voluntarios de ONDA han quitado más de 100 km de cercos, con un peso de 125 toneladas, desde Steens Mountain. Aquí, un equipo celebra el removimiento final que dejó 40.000 hectáreas de áreas silvestres libres de cercos. De izquierda a derecha: Aaron Hellickson, Andrew Soulek, Craig Terry, Ellysa Lindenmaier, Amber Lamet, Michael O’Casey, Corinne Handelman y Clifford Rone. Foto: Sage Brown

“Abajo en los valles”, continúa Gordon, “nuestro programa de restauración en las riberas está dirigido a hacer que los sistemas de arroyos y ríos del desierto sean tan resilientes como sea posible frente al cambio climático, usualmente a través de re establecer comunidades de plantas nativas a lo largo de las tierras. Hay áreas ribereñas que fueron excesivamente sobre pastoreadas por muchas décadas, pero ahora hay propietarios con buena disposición y socios de agencias de gobierno que ven los beneficios de mantener a las vacas fuera de los corredores de arroyos y ríos. Una vez que los planes de manejo o cercos apropiados están instalados, nuestros voluntarios pueden replantar con confianza y ayudar a esos arroyos al darles más sombra, manteniéndolos más frescos y preservando la mayor cantidad del agua del desierto como podamos. En esos proyectos, los voluntarios plantan entre 500 y 1.000 plantas nativas en un fin de semana. Es un trabajo súper duro, y la gente se parte el lomo para dejar hasta la última planta en el suelo”.

Desde el lecho del río al contorno de las montañas, muchos de los proyectos de ONDA se desarrollan en áreas salvajes sin acceso por caminos, lo que significa caminar kilómetros hacia el interior del descampado con herramientas pesadas como hachas, rastrillos y removedores de postes. “Cada persona carga un promedio de 13 kilos de herramientas, más su equipo de camping”, indica Gordon. “Es un trabajo duro y lento, pero nuestros voluntarios son todos personas muy dedicadas”.

Manos a la obra en el desierto alto

Acampando tras un largo día de trabajo en el área salvaje de Steens Mountain. Hace 18 años, este lugar se convirtió en el primer área salvaje designada como tal en el desierto alto de Oregón. Para preservar ese carácter salvaje, ONDA ha colaborado en dar forma a planes de manejo, se ha opuesto al desarrollo de proyectos energéticos industriales y ha removido cercos que ponen en peligro a la vida silvestre. Foto: Sage Brown

Además de los proyectos de ONDA en tierras públicas, la organización se asocia con propietarios para ayudar a restaurar tierras privadas.

“En la cuenca del río John Day” agrega Gordon, “hemos trabajado efectivamente con propietarios asociados. Incluso hemos hecho proyectos de restauración en tierras privadas que tienen apoyo de becas del gobierno. Los dueños de las tierras reconocen una gran fortaleza en la capacidad del voluntariado de ONDA y, muchos de ellos, prefieren tener voluntarios trabajando en sus tierras que traer maquinaria.

“Estos proyectos tienen su origen en un interés común por los hábitats de los animales salvajes. A medida que trabajamos codo a codo y luego compartimos historias alrededor de la fogata, los propietarios que podrían haber tenido reservas sobre este tipo de proyectos en el pasado ven que los voluntarios de ONDA tienen un genuino interés en mejorar la salud del desierto alto. En verdad están aquí para ayudar al desierto en su totalidad, y como resultado también están mejorando los bienes de esos propietarios. Es un win-win, por lo que esperamos poder trabajar con más propietarios en todo el desierto.

“En definitiva, queremos hacer todo lo que podamos por los hábitats de los peces nativos y los animales salvajes. Y hay fuertes comunidades rurales aquí que queremos ver prosperar también. Por eso, nuestro énfasis está en asegurar que el recurso, el desierto alto en sí mismo, esté tan saludable como pueda estar”.

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