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La maldita verdad de las represas

Yvon Chouinard  /  Feb 19, 2019  /  6 Min Read  /  Activism

Built in 1959, the Idbar Dam cracked soon after its construction. Investors and construction crews had ignored multiple warnings from the locals not to underestimate the force of the Bašćica, a river known to be unpredictable and fast-flowing. Idbar was decommissioned soon after it was constructed, when the river began fracturing the dam, allowing the Bašćica to flow freely again. Konjic, Bosnia and Herzegovina. Photo: Andrew Burr

Lo últimos ríos que permanecen salvajes en Europa están en serio peligro. Esta vez, el peligro no viene de una sequía extensa o de fábricas que derraman desechos tóxicos, viene de las mismas presas para hidroelectricidad que dicen traernos energía limpia, verde y renovable. El hecho es que las represas son sucias, y la destrucción que deja su impacto supera con creces a su utilidad. En particular, la electricidad que generan ahora puede ser obtenida mucho más efectivamente de otras fuentes que no interrumpen el curso de los ríos, destruyen hábitats, ni desplazan personas. Si estos desacertados proyectos no son detenidos, el daño ecológico y el impacto en las comunidades locales será devastador.

Yo nunca quise se un empresario, pero ahora que lo soy, estoy determinado a usar mi compañía y mi voz para ayudar a resolver los grandes desafíos ambientales del mundo. En Patagonia, hemos dedicado más de cuarenta años a proteger los lugares salvajes que nuestros clientes y empleados aman, y hemos alentado a otros a unirse en la lucha por salvar nuestro planeta, incluso de esas amenazas que generalmente son pasadas por alto o son difíciles de entender.

Originalmente aprendí del daño que causan las represas por mi interés en los ríos como pescador. Los ríos no solo son increíblemente hermosos, son las arterias del planeta, que mueven nutrientes y sedimentos esenciales desde la tierra al océano y alimentan a los peces y el plancton. Son los proveedores de agua limpia para millones de personas. Los ríos también transportan cerca de 200 millones de toneladas de carbono al océano cada año, lo que evita efectivamente que llegue a la atmósfera, ayudándonos a combatir el cambio climático. Eso es el equivalente a más del 10 porciento del carbono producido por todos los vehículos motorizados en los Estados Unidos cada año. Además, los ríos sanos y sus planicies aluviales nos protegen de inundaciones y sequías que se vuelven cada vez más severas debido al cambio climático.

Paddlers from the Balkan Rivers Tour gather on the bank of the Vjosa River, the largest wild river in all of Europe. Photo: Andrew Burr

Kayakistas del Balkan Rivers Tour se reúnen en el banco del río Vjosa, el más largo de los ríos salvajes de Europa. El ex remero eslovaco, Rok Rozman, lideró un grupo de colegas remadores en un viaje bajando por 23 ríos, en 6 países (cerca de 390 kilómetros en total) para atraer más atención sobre las amenazas que enfrentan los ríos balcánicos, y para ayudar a otros en Europa y alrededor del mundo a conocer el carácter prístino y salvaje de este lugar. Foto: Andrew Burr

Las represas ponen todo esto bajo amenaza. A diferencia de la energía solar o la eólica, la hidroelectricidad envía especies hacia su extinción, desplaza comunidades y contribuye al cambio climático. Existe nueva evidencia científica que muestra que los embalses creados por las represas entregan cerca de un billón de toneladas de equivalentes al dióxido de carbono al aire cada año, mayormente en forma de metano. Esto sucede porque las inundaciones causadas por las represas desencadenan reacciones químicas debido a la descomposición de los árboles y la hierba que súbitamente queda bajo el agua. En otras palabras, esta supuesta energía “verde”, cuyo propósito es reducir emisiones, en realidad puede tener el efecto contrario.

Las represas son, además, poco confiables, ya que operan a merced de los niveles de agua. Debido a la poca lluvia y nieve del año pasado en Europa, la generación hidroeléctrica cayó a su nivel más bajo de este siglo a lo largo del continente.

Como si esto no fuera suficientemente malo, las represas son horriblemente caras. Errores de planificación, problemas técnicos y corrupción causan retrasos de, en promedio, un 44% y costos que se exceden en 96%. Una vez que la represa está finalmente construida, los costos de mantención son enormes, a veces incluso prohibitivos. En los Estados Unidos, más de 1.000 viejas represas han sido removidas con costos estratosféricos. Muchas representan riesgos de seguridad significativos. Con todo esto dicho, un estimado de 2 trillones de dólares ha sido gastados en represas desde 1950.

En comparación, los proyectos solares y eólicos son más limpios, más efectivos y se pueden construir más rápidamente que las represas. A nivel global, la energía solar y eólica renovable crea cuatro a cinco veces más trabajos que la hidroelectricidad de pequeña escala.

Por todas estas razones, es una pérdida de dinero y una muestra de doble estándar que algunas de las más grandes instituciones financieras del mundo hayan abrazado esta tecnología anticuada y explotadora, y financien nuevas represas en algunos de los últimos lugares salvajes de Europa.

Fuera de Rusia, la Península Balcánica es el hogar del mayor número de ríos libres en Europa, junto con arroyos cristalinos, extensos bancos de grava y prístinos bosques aluviales. Generaciones de personas han confiado en estos ríos para obtener su agua potable y para el riego de jardines y pequeñas granjas.

Más de 3.000 nuevas represas están en desarrollo desde Eslovenia a Grecia. Cerca de la mitad de estos proyectos están destinados dentro de áreas protegidas, como parques nacionales, y la mayor parte no enfrenta ningún requerimiento de presentar un estudio de impacto ambiental. Estas represas podrían destruir el mayor y último río salvaje en Albania, llevar al ya amenazado salmón del Danubio a la extinción en Bosnia y Herzegovina, poner en riesgo la supervivencia del críticamente comprometido lince balcánico en Macedonia y desplazar comunidades a lo largo y ancho de la región.

No es muy tarde para detener estos desastrosos proyectos. Aquí hay tres pasos que se deben dar ahora mismo.

Primero, debemos levantarnos junto a las comunidades y activistas balcánicos en su oposición a estas represas. Por ejemplo, el año pasado la policía antidisturbios reprimió violentamente una protesta de mujeres bosnias en el río Kruščica, pero la comunidad se ha reorganizado y nuevamente está bloqueando dos proyectos de represas que hacen peligrar su reserva de agua potable.

The brave women of Kruščica, Bosnia and Herzegovina. Photo: Andrew Burr

Las valientes mujeres de Kruščica, Bosnia y Herzegovina. Foto: Andrew Burr

Segundo, debemos presionar a los bancos internacionales que apoyan estos proyectos. El Banco Europeo para Reconstrucción y Desarrollo (EBRD por su sigla en inglés), el Banco Europeo de Inversión (EIB por su sigla en inglés) y la Corporación Financiera del Banco Mundial (IFC por si sigla en inglés) han puesto más de €700 millones en hidroelectricidad en los Balcanes. Persuadir a estos bancos de detener el financiamiento de represas enviaría una potente señal a otros inversionistas para hacer lo mismo. El financiamiento para cerca de 1.000 proyectos hidroeléctricos propuestos en los Balcanes aún está pendiente, por lo que este es el momento para actuar.

Y en tercer lugar, a través de Europa y el mundo, necesitamos acelerar el desarrollo de alternativas energéticas más limpias y económicas. Albania está bendecida con más de 300 días de sol al año. Expandir la energía solar sería mucho mejor, y más barato, para las personas y el medio ambiente que represar el río Vjosa, el más grande río salvaje en Europa.

Es tiempo de decir la verdad sobre el costo real de estas represas. En los Estados Unidos, estamos pagando el precio de nuestro propio boom de la construcción de represas con comunidades desconectadas de los ríos, especies llevadas a la extinción y una interminable lista de carísimos proyectos de deconstrucción. Espero que Europa no cometa los mismos errores.

Para saber más sobre los problemas de la hidroelectricidad, las represas propuestas en los Balcanes y nuestra próxima película, Blue Heart (Corazón Azúl), visita patagonia.com/blueheart.

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